miércoles, 4 de julio de 2007

Calma en el caos

Publicado en la revista Expresión Aragonés, Julio de 2007


Francisco Giménez Plano
Director General de Augere & Asociados y de Augere Foundation

A principios del 2006 Augere Foundation finalizó una investigación destinada a analizar el perfil de casi 500 directivos en España y casi 500 en Latinoamérica, utilizando para ello la herramienta de assessment desarrollada por nuestros colegas de la suiza IMDE, que basa su análisis en el paradigma del directivo como líder & coach, y ha sido creada en base al perfil de directivos evaluados que, además de conseguir excelentes resultados desde el punto de vista de negocio, están bien valorados por su entorno: jefes, colegas, colaboradores, clientes y proveedores.

Si en dicho estudio hay un resultado realmente que sobresale notablemente con respecto a los demás aspectos evaluados, y en este caso como el ítem peor valorado, es el manejo del estrés.
Mayoritariamente, los directivos manifiestan su dificultad para manejar internamente las emociones generadas por la presión y las tensiones a las que se ven sometidos, no sólo desde un punto de vista de negocio, sino también como consecuencia de cómo se estructuran las organizaciones para dar respuesta a los retos que éste plantea, y que precisamente por la falta de organización se ha convertido en una segunda fuente de desasosiego.

Cuando hablamos de manejo del estrés, hemos de discernir sobre dos aspectos que hemos de considerar distintos. Con respecto al primero, muchas veces los directivos nos señalan que ellos permanecen tranquilos ante las situaciones de exigencia. “De nada sirve ponerse nervioso y poner nerviosos a los demás. Al final acaba bloqueándose todo el mundo”, suelen decir. Este comentario no refleja otra cosa que la manifestación externa de cómo nos enfrentamos a este tipo de situaciones. Es decir, cómo nos ven los demás, la imagen que transmitimos. Pero, han oído aquello de “la procesión va por dentro”. Es a esto concretamente a lo que me refiero, cuando hablo de manejo del estrés. Ese nudo en el estómago, el no poder desconectar, la falta de presencia porque uno está absorto en los problemas que se lleva consigo más allá del trabajo, las dificultades para conciliar el sueño o la falta de descanso. En este sentido nos ha sorprendido negativamente cuán extendido está el uso de relajantes, algunos naturales, pero sobre todo químicos, entre el colectivo.

El segundo aspecto que quiero destacar es la capacidad que tenemos de recuperación de nuestra energía, de desconexión, descanso y recarga de nuestras “baterías”. Por tanto, podríamos hablar del equilibrio entre tres aspectos: la manifestación externa, la manifestación interna y la recarga de energía.

El observador desapegado

Una de las técnicas más sencillas de aplicar y a la vez más impactantes en el manejo de las situaciones de exigencia, presión o tensión, generadoras de estrés, es el observador desapegado.

El observador desapegado consiste en mantenernos conscientes de nosotros mismos, de nuestras emociones y de nuestro alineamiento o centramiento personal en relación a lo que sucede a nuestro alrededor. Más allá de involucrarnos y dejarnos arrastrar emocionalmente por los acontecimientos que vivimos, se trata de mantenernos en la acción a una cierta distancia, observando dichos acontecimientos y manteniéndonos conscientes de nosotros mismos en relación con estos y las personas involucradas. Por tanto, en primer lugar, se trata de mantener la atención en uno mismo.

Desde la atención en nosotros mismos somos más capaces de poner una intención positiva fuera, en los demás. Esa intención puede estar basada en el reconocimiento del talento de cada uno, en valores como la cooperación, el trabajo en equipo, la tolerancia, o en las capacidades para orientarse a resultados positivos.

Atención en mí para ser consciente de mis emociones y mi autogestión e intención positiva en los otros, para facilitar y hacer que sea posible lo que pretendemos conjuntamente.

Calma en el caos

El mundo exterior no es más que el reflejo de nuestro mundo interior. Por ello, hemos de ser conscientes de que sólo veremos fuera de nosotros lo que desde nuestro interior seamos capaces de generar, de tal forma que por más que la apariencia externa sea de calma en el caos, si dicha calma no es fruto del verdadero manejo interior, no tendrá el efecto que realmente esperamos. Vale la pena, por tanto, ser conscientes de que sólo la autenticidad y la verdadera calma interior será capaz de generar la calma emocional que en nuestras organizaciones es tan necesaria.