jueves, 29 de enero de 2009

De la individualidad al equipo en tiempos de crisis


Francisco Giménez Plano
Consejero Delegado de Augere
Publicado en Expansión el 27 de Febrero de 2009

A estas alturas del partido sería de ingenuos pensar que los logros empresariales dependen exclusivamente de la individualidad de alguna de las estrellas del equipo. La experiencia nos demuestra que es el equipo en su conjunto el que consigue resultados excelentes.

Sin equipo no hay éxito, y más en épocas turbulentas. Es simple, si me permiten, hay menos riesgo de equivocarse. Simple, pero no simplista. En épocas de incertidumbre es más difícil interpretar la complejidad de la realidad en la que nos movemos. Mirar hacia fuera y hacia adentro e identificar los signos que nos permitan tener un conocimiento profundo de lo que está pasando y tomar decisiones para ponerlas en acción de forma decisiva, más allá de reaccionar los acontecimientos que, como sucede muchas veces, arrollan despojando de la tranquilidad necesaria para hacer lo que se debe hacer en el momento de la verdad.

Pero si ha pensado que ésta es la piedra filosofal, no se equivoque. No hay recetas ni elixires mágicos. Nadie dijo que fuera sencillo hacer equipo, y aunque existen algunas claves que, combinadas y en equilibrio, pueden ayudarnos a ello, lo primero que nos hemos de preguntar es si somos parte del problema o parte de la solución. Estas claves, si pueden servirnos para construir un equipo, también nos servirán para construir una organización a la que las personas deseen pertenecer y permanecer.

El ser humano busca por naturaleza sentido en que aquello hace. El equipo requiere compartir un propósito y sentido de dirección único, que oriente sus acciones de forma determinante.

Es necesario que los miembros del equipo sientan pertenencia y orgullo por formar parte de ese algo mayor que si mismo, así como el compromiso con el proyecto que les une.

El equipo necesita sentirse seguro para tomar decisiones al nivel que a cada uno corresponda y saber desde la experiencia que puede asumir riesgos calculados, porque la organización tolera también el error cuando se produce y valora las alternativas creativas, que desde nuevas perspectivas llevan a la organización más allá de su zona de confort, pero que también pueden destapar oportunidades para afrontar tiempos críticos con éxito.
Sin confianza no hay equipo, en uno mismo, en que dispones de las capacidades y recursos necesarios para afrontar cualquier situación. Confianza para darla y al darla recibirla. Confianza en el equipo y en la organización, más allá del miedo a la incertidumbre, a los reveses que también aparecen y al cambio para avanzar, enfrentándose a la pérdida y a lo desconocido.
Convencemos desde la lógica, pero movemos desde la emoción. Sin emoción no hay relación, sin relación no hay resultados. El humor y el amor es imprescindible para generar ilusión, entusiasmo, sentimiento de reto y desafío.


Y, finalmente, orientarse a resultados, tanto en el largo plazo como en el corto, para que cada uno pueda evidenciar su aportación de valor y su impacto en el negocio y ser compensado por ello. Es fundamental en tiempos de crisis, para alcanzar los resultados previstos, enfocarse en aquellas pocas cosas que realmente marcan la diferencia, ejecutarlas con determinación y de forma brillante y sostenerlas en el tiempo desde una actitud de tensión sana que mantiene un seguimiento constante.