viernes, 1 de junio de 2007

Inteligencia directiva

Publicado en Mon Empresarial, Junio 2007

Francisco Giménez Plano
Director General de Augere & Asociados y de Augere Foundation

La compleja realidad en la que el directivo de hoy ha de manejarse conlleva la necesidad de mantenerse alineado y estable emocional y espiritualmente, o lo que es lo mismo, ser plenamente consciente de sí mismo, de los otros, de lo que sucede alrededor de su organización y del mundo cada vez más global en el estamos inmersos.

El objetivo final no es regocijarse en la felicidad y bienestar personal, sin duda deseable y que seguro se generará, sino en la creación de sentido y propósito para uno mismo y para aquellos a los que lidera, miembros de una comunidad a la que se espera no sólo que deseen pertenecer, sino además, permanecer.

Para integrar estos cuatro niveles de conciencia se hace imprescindible ampliar el rango de
estrategias de comprensión, adaptación y transformación de la realidad.
Estás estrategias van más allá de lo que hasta ahora entendemos por la inteligencia racional, que nos permite resolver problemas técnicos o encontrar soluciones a los desafíos del negocio.

Van más allá de la inteligencia intuitiva, que nos hace responder de inmediato como si existiera una memoria interna que nos informa de aquello que de alguna manera ya hubiera sido experimentado.

E incluso, más allá de la inteligencia emocional, que nos permite conectar con los demás y relacionarnos comprendiendo los sentimientos y las emociones, las estrategias de ganancia o las percepciones de aquellos con los que compartimos nuestra vida diaria tanto en el entorno personal como en el profesional

Nos llevan más allá, para ponernos frente a un nuevo nivel de sensibilidad y de escucha interior que tiene que ver con nuestra inteligencia espiritual. Es la inteligencia espiritual la que nos permite crear ese significado y hacerlo desde la conciencia de nuestra pertenencia a algo mayor a nosotros mismos dándonos además sentido de propósito.